En 1700, el último monarca Austria, Carlos II, murió sin descendencia y
los candidatos al trono eran Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y de
la princesa española María Teresa de Austria y el archiduque Carlos de
Habsburgo, hijo del emperador de Austria.
En el testamento se designaba como sucesor al candidato Borbón, que fue
proclamado rey, Felipe V. Esto provocó un grave conflicto ya que este
nombramiento fortalecía la influencia borbónica en Europa. Así pues, Gran
Bretaña, Holanda y Portugal dieron su apoyo al candidato austriaco y entraron
en guerra con Francia y España lo que dio lugar a un gran Conflicto
internacional.
En España el territorio quedó dividido: Castilla se mostró fiel a Felipe V y la
corona de Aragón al candidato austriaco por el temor a que la nueva monarquía
centralizadora y uniformadora hiciera que sus instituciones perdieran fuerza lo
que provocó una Guerra civil.
Las fuerzas de ambos estaban bastante equilibradas y los Borbones se mostraron
incapaces de derrotar a los ejércitos aliados, que apoyaban al austriaco. Pero
en 1711, moría el emperador de Austria, José I, y ocupaba el trono de éste
Carlos. Por el miedo de que un mismo Habsburgo ocupara dos reinos importantes,
ingleses y holandeses disolvieron el conflicto y reconocieron a Felipe V como
rey de España. La paz se firmó con los Tratados de Utrecht y Rastadt. Austria quedó
con el Milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña – Gran Bretaña con Gibraltar y
Menorca, junto con privilegios en América.
En España, las tropas de Felipe V ejercieron una evidente superioridad. La
resistencia de los reinos de la Corona de Aragón fue sofocada progresivamente y
finalmente en 1714 y 1715 tomaron Barcelona y Mallorca.
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