sábado, 19 de noviembre de 2011

EL REINADO DE FERNANDO VI


Fernando VI fue el segundo Borbón español tras Felipe V. Con esta nueva dinastía se impulsaron reformas internas como la de la administración, el control de la Iglesia y la intervención del Estado en la economía ya que se estaba imponiendo el modelo del absolutismo francés. Su reinado fue muy pacífico y hubo neutralidad frente a Francia e Inglaterra mientras ambas intentaban una alianza con España.
Durante su reinado, que duró de 1746-1759, Fernando VI se apoyó en una generación de ministros burócratas como el marqués de la Ensenada (partidario de la alianza francesa), José de Carvajal (partidario de la unión con Inglaterra) y Villarias.
El primer gabinete ministerial estuvo formado por Villarias y Ensenada. Este último intervino en todos los problemas del Estado, pero sobretodo en la política internacional, por lo que acaba marginando a Villarias. Mientras, Carvajal se convierte en el nuevo decano del Consejo de Estado.
En este nuevo gabinete, formado por Carvajal y Ensenada en diciembre del 1746, se confirman las atribuciones de Carvajal como consejero, ministro y decano de Estado. Así mismo, el 3 de enero de 1747 Carvajal es nombrado Secretario de Estado, que junto a Ensenada el cual era Secretario de hacienda, Guerra y Marina e Indias acapararán la mayor parte del poder político durante dicho año.
Ambos ministros son partidarios de los Ministerios y están en contra de los Consejos. Además, Carvajal defendía la existencia de un Primer Ministro (ya existente en otras Monarquías). Estos se dedicaron mucho a la política interior dejando de lado la política exterior que sufrió un desequilibrio en 1754 debido a la muerte de Carvajal, la lucha por controlar el aparato ministerial y la rivalidad entre los que querían la alianza con Francia y los que la querían con Inglaterra. Como consecuencia, este gobierno desapareció, y el posterior vino encabezado por Ricardo Wall, quien nombrado Secretario de Estado.
Más tarde se dispone que la Secretaría de Estado se encargue de las relaciones exteriores, que a la Hacienda se le atribuyan los asuntos de las rentas reales, maestrazgos y las “tres gracias”, el gobierno de los tribunales y la designación de sus integrantes quedan a cargo de las atribuciones de Gracia y Justicia,  y a la Secretaría de Guerra se le encarga la correspondencia con los Capitanes Generales, los Intendentes, el reclutamiento , alojamiento y alimentación de las tropas. Así mismo, al unirse las Secretarías de Marina e Indias y entregárselas a Arriaga se ordenaron las competencias de los departamentos.
En la política exterior de Carvajal, el principal suceso fue el enfrentamiento con Portugal. Para la corona las aportaciones llegadas desde América fueron muy relevantes, pero cuando una expedición portuguesa pone en peligro este equilibrio al asentarse en la colonia de Sacramento se tiene que poner un acuerdo pacífico, reflejado en el Tratado de Madrid (1750). De esta manera, Portugal renunciaba a tal colonia y a su pretensión de libre navegación por el Río de la Plata. A cambio, España cedía dos zonas en la frontera brasileña donde se encontraban algunas reducciones guaraníes de los jesuitas. Estos tuvieron que ser expulsados, lo que condujo a un gran enfrentamiento de reducciones. Este hecho provocó una crisis en la Corte Española que concluyó con la caída de Ensenada (favorable a los jesuitas) cuando este protestó con el fin de cancelar el tratado de límites.
Hubo una modernización en cuanto a la construcción de caminos, canales y puertos, y la construcción naval para la Armada.
Este monarca fomentó la cultura con la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de tal manera se posibilitó la entrada de la Ilustración a España para acabar con el aislamiento de esta. 
En las relaciones con la Iglesia, la política regalista alcanzó pleno éxito en el Concordato de 1753 con los Estados Pontificios, beneficioso para la Corona y un gran control de la Iglesia puesto que atribuía al rey el patronato universal.
El último año de su vida, Felipe VI quedó recluido en Villaviciosa de Odón, Madrid debido a que se había sumido en la locura como consecuencia de la muerte de Carvajal, de la reina y del destierro de Ensenada. España mantuvo una administración paralizada y sin rey hasta la llegada de su hermanastro Carlos, que se hizo con el trono al haber fallecido Fernando, sin descendientes, tras trece años de reinado.

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